Entrevista

Ana Regina Nogueira es fotógrafa desde 1966, convirtiéndose en profesional en 1972. Artista de mirada múltiple, nos sorprende por su rara inventividad. Sus imágenes revelan su maestría al transitar entre el documental y lo personal, en permanente experimentación con el lenguaje… escriben las comisarias de fotografía Angela Magalhães y Nadja Fonseca Peregrino, que entrevistaron a Ana Regina Nogueira, en 1996 (la entrevista fue revisada y actualizada en el 2003), dos años después que la fotógrafa se había mudado de Rio de Janeiro para una hacienda en Lavras, Minas Gerais.

Nacida en las Minas Gerais, ¿qué características regionales tú destacarías en ti misma? ¿Te considerarías más bien desconfiada o más bien rebelde (sin causa)?
Pienso que es imposible limitar a alguien dentro de fronteras regionales o nacionales: somos eso o aquello, nacimos aquí o acullá…. Eso poco importa. Esos juzgamientos solo crean bloqueos y nos separan a unos de los otros. A veces nos ponen en una gaveta aquí, otras veces en otra allí, en alguna parte de la mente-archivo. En esta sociedad separatista es mejor buscar los puntos de unión entre los espacios, las culturas y las personas, y no confirmar las diferencias. En las Minas de horizontes distantes y montañas onduladas, los ríos y los trenes pasan eternamente. Cargan una poesía lenta, ritmada. Minas, provoca una mirada lírica. Creamos como si fuésemos a encontrar la llave de los misterios, escondida en lo profundo de sus valles. Viví tanto tiempo olvidada de mi tierra, pero hoy dejo la barroca Gerais t al lar mis ojos viejos de al go nuevo, que parece surgir de la piedra y de la paciencia. Ellos al mejan ser más mineros.

¿Cuáles son los momentos marcantes de tu infancia?
Al rever mi trayecto por la infancia, percibo, por un lado, los límites: mis padres, la escuela, la cultura. Por el otro, el descubrimiento de un mundo encantado y silencioso, creado en el fondo de los reflejos de los pisos de madera encerada. El mundo de luz filtraba a través de las cortinas gruesas o de los rincones de penumbra. Mi memoria es de luz, de imaginación y de devaneo. Me interesé poco por los juguetes, pero conviví años con seres de pocos centímetros de al tura que habitaban una pequeñita villa invisible entre mi cama y el buró. También un gigante, más grande que mi casa, me visitaba viniendo de la dirección de la puesta del sol. Yo me quedaba en el balcón para conversar con él. Soñé mucho, durmiendo y con los ojos abiertos: fui india, bailarina y princesa. En realidad, me acuerdo más de las visiones internas que de los acontecimientos cotidianos.

En la escuela, qué asuntos te llamaban más la atención?
Recuerdo que miraba para afuera, por las ventanas, buscando algo que no estaba ni en las palabras ni en las asignaturas de aquella aula. Era un sacrificio quedarme sentada frente a la pizarra. Yo quería saber más, descubrir más. Me gustaba leer, yo era una ávida lectora. Quería entender. A los siete años, una tía muy especi al me regaló una reproducción de una pintura impresionista de Degas, una clase de ballet. El cuadro con passe-partout rojo fue puesto en la cabecera de mi cama. Yo me quedaba dormida, sumergida en aquel rectángulo bidimensional, reflexionando: ¿Cómo ese pedazo de papel me puede provocar tanta emoción?. A los diez años, para mi deleite, mi abuelo le regaló a mi abuela, la Divina Comedia ilustrada por Gustavo Doré. Heredé ese libro. También comencé a coleccionar los libritos ABC, de la Tudor Publishing , sobre la Historia del Arte. Como no estaban traducidos, comencé, con un diccionario, a aprender también español e inglés. Fue llegando así mi fascinación por Chagal l, Brügel, Bosh, el futurismo, el mundo de las artes, la vida nocturna, la fotografía, el cine, los viajes, el bossa nova, el jazz y la música erudita, mi preferida actual mente.

¿Cuál es su formación profesional?
Me preguntaba: ¿será periodismo, será arquitectura? Con veintiún años, viviendo en París, estuve hospitalizada durante diez días. Allí la angustia, que hoy entiendo como el alma impulsando a la conciencia a buscar explicaciones sobre la vida, me hizo encontrar la respuesta: la Psicología. Fueron meses infinitos de Freud y Laing, y yo sabía: no, no es solo eso. Y la fotografía llegó. En compañía de la cámara la búsqueda continuó. Soy una autodidacta. Desde siempre preferí estudios par al elos, no oficiales. Así encontré grandes guías (algunos Grandes Iniciados) para orientarme: Trigueirinho, Jung, Fernando Pessoa, I Ching, Yogananda, Morya, Cecilia Meireles, Paul Brunton, La Madre y otros, extraordinarios. Pero la vida es la mayor maestra. Necesitamos aprender a leer en el libro de la vida.

¿En qué momento a fotografía comenzó a ser, para ti, un medio de expresión?
A los catorce años, leía libros y revistas especializados, sobre todo los importados, pues en Brasil casi no existían publicaciones del género. Gil Prates, mi primer enamorado, era un fotógrafo profesional . Yo lo observaba fotografiando y después revelando y ampliando sus rollos en blanco y negro. Nuestro asunto centr al siempre fue la imagen fotográfica. A los diecisiete, viví durante un año en los Estados Unidos, y tiré al gunos rollos. Al regresar, me casé con Gil y nos mudamos para Paris. Recorríamos g al erías y discutíamos sobre autores y estilos. A veces, yo tiraba fotos en al gunos de sus rollos o le señ al aba qué fotografiar, lo cu al nunca hacía, y… aquel vislumbre, tan perfecto, se quedaba perdido. Era tan atraída por las imágenes, a pesar de que todavía hacía Psicología, que un amigo fotógrafo de São Paulo, Fausto Ivan, me insistió y me dijo: “Ana, ¿por qué no haces fotografías? “.Me quedé sorprendida con la propuesta inusitada, entonces invité a otro amigo para que fuera mi modelo y partimos temprano para el suburbio. Hice mi primer rollo serio, cuidadosamente fotometrado. Usaba el fotómetro de la máquina y el Lunasix . Abandoné la Psicología. Hice amistad con unaNikkormat FT y con una lente 35mm desde siempre mi preferida. Fuimos seis meses para los Estados Unidos y México. Tiré veinte rollos. Cada imagen brotaba, precisa e intensa, señ al ándome lo que iría a desarrollar y crear en los años siguientes.

¿Cuál es la importancia de tu vivencia en el exterior para tu trabajo fotográfico?
En los años setenta y ochenta la fotografía comenzaba a ser aceptada como una forma importante de expresión. No habían muchas exposiciones fotográficas. Viví entonces cinco años en Europa y cuatro en los Estados Unidos. En Nueva York viví durante dos años a pocas cuadras del ICP – Centro Internacion al de la Fotografía, donde la misma era tratada con reverencia y respeto. Yo acompañaba el movimiento de las galerías y los museos. Veía, miraba, reveía, reevaluaba. Fue fundament al también estudiar la fotografía clásica y las miradas emergentes y fotografiar, fotografiar y fotografiar. También revelar, ampliar, y exponer, publicar y mostrar mi portafolio (preparado en un laboratorio a la orilla del mar, en la Barra de São Joao, estado de Rio de Janeiro) para ojos entrenados que me estimularon a continuar, como los de Sue Davies, directora de la Photographer´s Gallery, en Londres, y Allan Porter, director de la revista suiza Camera. Ambas, la galería y la revista, tuvieron un papel precursor y fundamental en el medio fotográfico de entonces. Lanzaron e influenciaron a muchos fotógrafos. Fueron puntos de encuentro de miradas del planeta. La vida en el exterior me confirmó que no tengo patria. Soy terráquea, ciudadana temporal del planeta. Los ojos físicos reconocieron semejanzas y diferencias y el corazón aprendió a amar más. Me hizo percibir que la luz coagulada en los rollos es una proyección, una expresión, de estados y desarrollo interiores. El rollo y el papel fotográficos son emulsionados con granos de plata. La plata es femenina e inclusiva, como la luna y el alma. Capta imágenes y después las irradia. La plata recibe cualquier calidad que queramos ofertarle. Se puede tornar delicada, bruta, voz sutil, silenciosa, misteriosa o grito delirante. Así necesitamos discernimiento y responsabilidad por nuestras creaciones, pues la imagen puede aliarse al conflicto o a la pacificación.

¿Qué fotógrafos le sirvieron de referencia visu al y cómo esas influencias están expresadas de forma concreta en sus fotos?
Observé tanto, conocí el trabajo de tantos fotógrafos. La primera fase de Bill Brandt (fotos del tiempo de la guerra en las c al les de Londres) fueron las que más me impresionaron antes de comenzar a hacer fotografía. Me gusta la fotografía inglesa. Con profunda emoción descubrí, en 1974, el libro de la fotógrafa americana Diane Arbus. Estudié su trabajo y su pensamiento. Después de mucha reflexión definí mi camino con claridad. Decidí: no quiero como ella, involucrarme con la muerte y las enfermedades, pero con la vida sí. Años después en Londres, el humor sutil de Tony Ray-Jones me hizo sonreír y continuar con mi línea de investigación. Le agradezco a tantos: Robert Frank, Elliot Erwitt, Koudelka, Friendlander. Lo ambiguo y lo inusitado escondido hasta en la imagen de un amador, me tocan; pero al hacer un clic, nada es importante, a no ser el sabor del fragmento de vidas vistas a través del visor. La fotografía es un haz de luz, refleja quiénes somos y cómo estamos en aquel momento. Refleja nuestros v al ores. Podemos también captar las imágenes del inconsciente colectivo. Las influencias son misteriosas. Por ejemplo hice una foto de un viejo dormido con una joven mirándolo desde una ventana. Algunos pensaron que era una influencia de Eugene Smith, pero vine a conocerlo solo años más tarde. Con el tiempo dejamos que la intuición fluya y el mundo se nos muestra más claro. Las fotografías pasan a ser influenciadas por la propia vida. Se vuelven más subjetivas, más person al es. Adoro jugar con las imágenes, experimentar, aventurarme. Me siento más libre.

¿Dirías que tienes un estilo de fotografía?
Eso ya fue afirmado, pero esas interpretaciones se las dejo a los otros. Cuando pienso en una síntesis de lo que creé, percibo cada foto como una nota sobre la vida, que habla de la sombra o de la luz, de la al egría, del dolor, del misterio, de la acción, del amor. Cada fase es el movimiento de una sinfonía. Me siento arquitecta, ingeniera y operaria, bajo el sol y bajo la lluvia, una productora de ladrillos, ladrillos-slides, ladrillos-negativos. Me parece que, en cada trabajo recomienzo desde cero. La insatisfacción y la inseguridad son compañeras constantes. La labor es inmensa. Las horas pasan, los años pasan… a veces me desanimo, no veo el por qué de continuar, desajustada con el sentido del oficio, con las dificultades de mostrar el trabajo, que espera, impávido, archivado en los estantes de un armario centenario de la familia. Es necesario tener determinación y persistencia para continuar por los caminos de asfalto o de polvo, para mantener el entusiasmo, la alegría, el coraje. Dudo, resisto, pero doy siempre un paso más.

¿Por qué escoger la fotografía en blanco y negro? ¿La fotografía en colores le emociona?
Yo no escogí la fotografía en blanco y negro. Ella me escogió a mí. Lidié treinta años con la fotografía, recogiendo imágenes o, en las horas de contemplación y calma, en un cuartito de luz enrojecida, con la música del aire acondicionado de fondo y el olor del ácido acético. No uso el viejo y agresivo lenguaje masculino de: disparando o tirando fotografías. Prefiero recogerlas, como si fueran frutas o flores. Es como escribir poemas. ¿En colores? Linda, a pesar de ser tan mal explotada para chocar y vender glamour, artificialidad y mentira. A veces descubro imágenes que captan su belleza, su sutileza y su calidad interior. Me han provocado, cada vez más, los sentimientos e impulsos nuevos. Desde que volví a fotografiar, estoy intentando comprenderla cada vez más y más.

¿Gran parte de tu trabajo fotográfico está centrado en las cosas que viviste? ¿Amigos, familia, viajes…o compromisos políticos?
La fotografía es como una amiga. Soy una viajera. Mi cuerpo es mi casa. En cualquier lugar que estuviese, allí nacían las imágenes: Nova Iguacu, Estambul, Chile, en fiestas de familia. Mi trabajo se fue creando a partir de algunos encargos remunerados, pero sobretodo en el trayecto de lo que viví y junto a los que viví. Los años de intercambio, reflexión, y extraordinarios viajes por Brasil y por el exterior con el designer Paulo Crown, el padre de mis hijos, me propiciaron ampliar y afirmar mi obra. Además de ser mi modelo, él me ayudó a abrir los ojos. Sí, a veces, mi trabajo es autobiográfico. Mi meta es el encuentro con la paz, aún teniendo que necesitar bajar al infierno años atrás. Nunca me iludí con saber que la encontraría en juegos políticos. Basta observar la historia para ver que el hombre intentó, inútilmente, todas las formas de organización política en el planeta. La explotación, la injusticia, la miseria, la corrupción, el miedo y las guerras permanecen. Ni ella, ni la economía, como son actu al mente concebidas, podrán transformar el profundo y creciente caos en que estamos sumergiendo, cada vez más rápidamente. Casi toda la sociedad se degenera y la natur al eza responde a lo que el hombre le hace. No hay retorno. La respuesta solo puede ser encontrada en una conciencia expandida y abierta a lo que verdaderamente importa, el amor. No en el remiendo de esta vieja, golpeada y decadente estructura político-soci al.

¿Por dónde pasa la decisión de abandonar la fotografía y después retornar?
Todo pasa. Por mucho tiempo la fotografía había sido la pasión mayor, que amenizaba el dolor y me ayudaba a sobrevivir. En 1993, mirar para dentro se convirtió en al go más importante que mirar hacia fuera. La urgencia de fotografiar pasó. Si no siguiese ese llamado hoy estaría estancada, cerrada. Me mudé de Rio de Janeiro para una hacienda en las montañas de Minas Gerais. Contemplaba las estaciones, las inmensas nubes, el crist al de las heladas en los verdes campos, el glorioso amanecer apagando la neblina. Seis años después, mientras escuchaba la sinfoníaPastorale, de Beethoven, sentí una profunda convicción: Necesito intentar expresarme a través de la fotografía, lo que vengo aprendiendo, en contacto con la naturaleza y la espiritualidad. Un nuevo ciclo se abrió con la inmensa oportunidad de fotografiar y conocer palmo a palmo una región y un pueblo que están a cuarenta minutos de donde vivo. Ambos fueron alcanzados por la construcción de una hidroeléctrica…Y así vuela la maravillosa, e inusitada vida.

¿Qué sugerencias le harías a quien hoy quiere hacer fotografía?
Si sinceramente, si profundamente quieres hacer fotografía, sumérgete en ti mismo y fotografía, fotografía, fotografía. No para tu propia satisfacción, sino por gloria a la vida. Hazte íntimo de la cámara, que ella se convertirá en una extensión de tu propio ser. Aprende a contemplar, a gravar verdaderamente lo que está delante de tus ojos. Mirar, tiene muchos y bellos significados: velar, celar, proteger, cuidar, interesarse, amparar. Mira por el visor; entre tú y el infinito hay siempre una imagen. Solo tú la ves. Si quieres dársela a otros, clic. Ella depende de ti para existir. Para navegar en este planeta magnífico, encuentra la libertad en la creación. Supera tus miedos. Supérate. Es necesario ser osado. Deja roer lo viejo, para que lo nuevo te penetre. Silenciosamente, sea lo nuevo. Si tú optaste por exprimirte a través de la foto=luz grafía=escrita ya debe haber desarrollado la afinidad con la luz. Ese es tu trabajo principal: ser cada vez más íntimo de la luz. Ofrece tus creaciones y a ti mismo al bien del planeta.

¿Qué te gustaría transmitirle a los lectores de esta entrevista?
Mi profunda gratitud por esta oportunidad de servir.

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